lunes, 31 de mayo de 2010

RECORDANDO EL 31 DE MAYO DE 1970

CARACTERÍSTICAS DEL SISMO (Enrique Silgado)
Eran las 15:30 del día domingo del 31 de Mayo de 1970 cuando ocurrió uno de los terremotos más catastróficos en la historia del Perú. El número de víctimas fue de 50 mil personas muertas, 20 mil desaparecidos y 150 mil quedaron heridos según el informe de la Comisión de Reconstrucción y Rehabilitación de la zona afectada.
La mayor mortalidad se debió a la gran avalancha que siguió al terremoto y que sepulto al pueblo de Yungay.
La región más afectada, de topografía variable, quedo comprendida entre la costa y el río Marañon al Este, limitada por los paralelos 8º a 10.5º Lat. Sur que abarco prácticamente todo el departamento Ancash y el sur del departamento de La Libertad.
En la región costera quedó destruida Casma, ciudad de viejas construcciones de adobe. Sufrió grandes daños Chimbote, ciudad industrial y pesquera, casas de diversidad de estructuras. Menor destrucción se apreció en Trujillo y Huarmey.
Los daños fueron severos en el Callejón de Huaylas, sobre todo en Huaraz. Según señala Berg y Husid (1970): "en medio de tanto desastre, algunos edificios de hormigón armado y edificios de albañilería soportaron muy bien".
Gran destrucción se observó en las construcciones rurales de los pueblos y caseríos situados en las vertientes de la Cordillera Negra así como en los ubicados en el lado oriental de la Cordillera Blanca.
Se produjeron intensidades de VIII MM, en los sedimentos fluviales y fluvio-aluviales de la Costa. Sin embargo Lomnitz (1970) estima que en algunos sedimentos poco consolidados y saturados de agua, entre Casma y Chimbote, la intensidad puede haber llegado al grado IX. En la zona del Callejón de Huaylas fue de grado VII-VIII. En Huarmey VII y en Trujillo VI-VII.
Ese día fue sorprendido por el terremoto y aluvión que siguió, el In Efectos secundarios: A consecuencia del terremoto, se produjo un gran aluvión que arrasó la población de Yungay, en el Callejón de Huaylas.
La cornisa del Nevado de Huascarán, se desprendió, arrastrando piedras, hielo y lodo cubriendo a la localidad de Yungay y parte de Ranrahirca ya arrasada en 1963.
Otros aludes de menor magnitud se produjeron sobre las lagunas glaciares de Llanganuco y Parón. Los más grandes deslizamientos, según Ericksen (1970) estuvieron concentrados en los cursos bajos del río Santa y tributarios.
Fueron numerosos en las paredes escarpadas del Cañón del Pato y en las fuertes pendientes de la Cordillera Negra, aguas abajo de Huallanca. Un gran deslizamiento de forma rotacional se observó a lo largo de la margen derecha del río Santa, a la altura de Recuay que represó el río. En muchas reas costeras hubo agrietamiento del terreno y eyección de agua, arena y lodo. Hubo surtidores que alcanzaron la altura de un metro.

Para dar una idea de la magnitud de los daños materiales ocasionados por la catástrofe, CRYRZA proporcionó los siguientes datos (1970):
  • 60,000 viviendas destruidas.
  • De 38 poblaciones, 15 quedaron con las viviendas destruidas en más de un 80%.
  • El resto, sufrió daños de consideración.
  • En 18 ciudades con un total de 309,000 habitantes y en 81 pueblos con una población de 59,400 personas, los alcantarillados quedaron inhabilitados.
  • 6,730 aulas fueron destruidas.
  • La capacidad de energía eléctrica de Ancash y La Libertad quedó reducida a un diez por ciento, por los serios daños causados a la Central Hidroeléctrica de Huallanca.
  • Quedaron dañadas las facilidades para irrigar 110,000 hectáreas.
  • El 77% de los caminos de La Libertad y Ancash, se interrumpieron así como el 40% de los existentes en Chancay y Cajatambo.

    RELATO DEL ALUVIÓN EN YUNGAY (Mateo Casaverde)

    Ese día fue sorprendido por el terremoto y aluvión que siguió, el Ing. Mateo Casaverde, que en misión de servicio se encontraba recorriendo el Callejón de Huaylas, en compañía de un geofísico francés. El Ing. Casaverde (1970) daba semanas después, una versión patética de esa catástrofe:
    "Nos dirigíamos de Yungay a Caraz, cuando a la altura del cementerio de Yungay se inició el terremoto. Nuestro vehículo, una camioneta Chevrolet, modelo 1969, de tres cuartos de tonelada, saltaba verticalmente con tal fuerza que era difícil su control.
    Observamos desde el cerro como se desplomaban las casas de adobe y un puente próximo sobre la carretera. Se podía advertir con mucha mayor claridad la componente vertical de las ondas sísmicas, produciéndose ligeramente grietas sobre el asfalto de la carretera.
    Simultáneamente se observaron deslizamientos de tierra de pequeña magnitud con bastante polvo sobre la Cordillera Negra. Abandonamos nuestro vehículo prácticamente cuando el terremoto estaba terminado.
    Escuchamos un ruido de baja frecuencia, algo distinto, aunque no muy diferente, del ruido producido por un terremoto. El ruido procedía de la dirección del Huascarán y observamos entre Yungay y el Nevado, una nube gigante de polvo, casi color arcilla.
    Se había producido el aluvión; parte del Huascarán Norte se venía abajo. Eran aproximadamente las 15:24 horas.
    En la vecindad donde nos encontrábamos, el último lugar que nos ofrecía una relativa seguridad contra la avalancha, era el cementerio, construido sobre una colina artificial, una huaca incaica.
    Corrimos unos cien metros de carretera antes de ingresar al cementerio, que también había sufrido los efectos del terremoto.
    Ya en éste, atiné a voltear la vista a Yungay. En ese momento, se podía observar claramente una onda gigantesca de lodo gris claro, de unos sesenta metros de alto, que empezaba a romperse en cresta y con ligera inclinación e iba a golpear el costado izquierdo de la ciudad.
    Esta ola no tenía polvo.
    En nuestra carrera sobre las escalinatas, logramos alcanzar la segunda terraza y encontramos la vía a la tercera terraza, más obstruida, y con un hombre, una mujer y tres niños tratando de alcanzarla.
    Nos desviamos a la derecha, sobre la misma segunda terraza, cuando un golpe seco de látigo, una porción de la avalancha alcanzó el cementerio en su parte frontal, prácticamente a nivel de la segunda terraza.
    El lodo pasó a unos cinco metros de nuestros pies. Se oscureció el cielo por la gran cantidad de polvo, posiblemente originado de las casas destruidas de Yungay.
    Volteamos la mirada: Yungay con sus 20 mil habitantes había desaparecido"

    Tomado de http://www.huaraz.net/huaraz.html

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